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La Navidad se ha convertido en el gran escenario del año para las marcas. En una época donde las emociones están más presentes que nunca y el número de impactos publicitarios alcanza su nivel más alto, destacar no es suficiente: es necesario conectar. En un panorama de saturación y sobreinformación, las marcas que logran quedarse en la mente y el corazón del consumidor son aquellas que apuestan por la autenticidad y la creatividad, pero, ante todo, por cuidar el contenido.
Todos recordamos las campañas navideñas que han marcado generaciones. Desde los inolvidables anuncios de juguetes de los años 80, que evocaban la ilusión de toda una época, hasta los grandes eventos y espectáculos actuales. Los anuncios de la Lotería de Navidad son un claro ejemplo de cómo una buena narrativa puede paralizar durante unos minutos a todo un país. Con cada historia, logran transmitir algo más profundo que el mensaje comercial: un sentimiento de comunidad, esperanza, emotividad y magia.
Hay marcas que saben muy bien cómo jugar cada año con este concepto y con el poder de las emociones, combinando creatividad y contenido para destacar en el mercado.
Estas campañas icónicas, más allá de su intención de posicionar una marca o vender un producto, han alcanzado un estatus dentro de la cultura popular. Se han convertido en un elemento inseparable de la Navidad, un símbolo que conecta con la memoria colectiva y los sentimientos que afloran en estas fechas.
“Hay marcas que saben muy bien cómo jugar cada año con este concepto y con el poder de las emociones, combinando creatividad y contenido para destacar en el mercado”
Los mejores anuncios no solo apelan al consumo y a hacer una elección determinada, sino que consiguen capturar valores universales que resuenan con el público: la familia, la solidaridad, el reencuentro, la nostalgia... con los que las marcas no solo refuerzan su posicionamiento, sino que se insertan en un imaginario cultural que las mantiene vivas en la mente de los consumidores en el tiempo.
Pero el consumidor de hoy ya no se conforma solo con ver o escuchar. Cada vez más, buscamos algo que vaya más allá del producto, que conecte con nuestros valores y nos haga sentir parte de algo más grande. Este cambio ha llevado a un auge sin precedentes de las experiencias como herramienta clave para las marcas.
En Navidad, las ciudades se llenan de eventos. Desde el espectáculo de luces navideñas de Vigo o Madrid hasta los mercadillos de Bruselas, Budapest o Viena, que no solo son puntos de venta, sino lugares para compartir el momento. Y es que estos espacios permiten a las marcas formar parte de la tradición y crear conexiones auténticas.
El impacto de estas experiencias no termina ahí. Las exposiciones inmersivas de sagas intergeneracionales como Harry Potter o Marvel, o los pop-ups temáticos, demuestran que la clave está en ofrecer algo más que entretenimiento. Se trata de generar recuerdos. Al transformar lo efímero en algo duradero, estas iniciativas no solo posicionan a las marcas en el mercado, sino que también crean un vínculo emocional que las diferencia del resto. Los consumidores, además, no se limitan a disfrutar de estas experiencias: las graban y las comparten en directo, en redes sociales, amplificando el alcance del mensaje de manera orgánica como prescriptores del mismo.
El desafío para las marcas, sin embargo, no se ciñe solo a diseñar las experiencias, sino a conseguir que sean auténticas. Es necesario un altísimo nivel de creatividad para sorprender al consumidor actual, que ya lo ha visto -casi- todo. Detectamos rápidamente cuándo un mensaje es superficial o forzado, por eso el éxito radica en construir narrativas coherentes que no solo capten la atención, sino que generen confianza y fidelidad. Las marcas que triunfan en Navidad son aquellas que saben combinar innovación y autenticidad, que apuestan por estrategias que giran alrededor de la conexión.
“Los mejores anuncios no solo apelan al consumo y a hacer una elección determinada, sino que consiguen capturar valores universales que resuenan con el público”
Otra forma de innovar es utilizar canales nuevos que puedan sorprender al consumidor. Los lugares físicos son una nueva herramienta de comunicación que está revolucionando el retail. Entornos en los que poder crear experiencias espaciales para convertirlos en espacios narrativos. Así, es posible tender puentes entre las marcas y las personas desde la propia concepción del espacio, convirtiendo los lugares físicos (como pueden ser las tiendas, los restaurantes o los centros comerciales) en experiencias que transmitan el storytelling de las marcas. Una nueva forma de impactar al consumidor con la que trabajamos desde Experientia Spaces transformando el brand in motion en brand emotion.
Así, la Navidad es una oportunidad única para destacar, pero también para trascender en el tiempo. Las acciones que se ejecutan durante esta época no solo deben impactar en el momento, sino ser el catalizador de una relación que se mantenga en el futuro cuando desaparezcan los villancicos y las luces. Porque, al final, lo que permanece en la memoria del consumidor no es la oferta más agresiva ni el anuncio más vistoso, sino los recuerdos que se crean, los momentos que se comparten y las emociones que perduran.