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La alubia “pinta”, el garbanzo de Escacena, la algarroba de Valencia o las judías del Barco de Ávila tendrán una versión en formato de bebida vegetal o harina para fleca. Este es el objetivo del proyecto Localnutleg, liderado por el Instituto de Investigación y Tecnología Agroalimentarias (IRTA) que, junto con otros centros de investigación y empresas de ocho países del arco mediterráneo, estudia el nivel nutricional y los compuestos bioactivos de variedades de frutos secos y de legumbres de los entornos locales mediterráneos para generar nuevos productos alimenticios innovadores de origen vegetal.
La cultura gastronómica mediterránea está reconocida mundialmente como una de las dietas más beneficiosas para la salud humana, sobre todo por las variedades de frutos secos y de leguminosas. Sin embargo, todavía no se ha identificado la composición exacta de estos alimentos ni su potencial nutritivo para elaborar nuevos productos vegetales alternativos, conocidos como productos plant-based.
Ingrid Aguiló: "Queremos dar un valor a estos alimentos para que nos permitan elaborar nuevos productos de origen vegetal como bebidas lácteas, bebidas probióticas fermentadas, geles probióticos fermentados parecidos al yogur y al queso, así como harinas para productos de panadería y pasta"
Para ello, el equipo de científicos realizará un perfil nutricional y bioquímico completo de cincuenta cultivos locales de variedades de frutos secos y legumbres de España, Israel, Portugal, Turquía, Italia, Francia y Marruecos. Todas las variedades estudiadas poseen una Denominación de Origen Protegida y una Indicación Geográfica Protegida o identidad autóctona definida. Son un ejemplo la haba Sofía, variedades locales de almendro de Marruecos, la avellana de Reus, la castaña Terra Fría y variedades de garbanzo de Turquía.
"Queremos dar un valor a estos alimentos para que nos permitan elaborar nuevos productos de origen vegetal como bebidas lácteas, bebidas probióticas fermentadas, geles probióticos fermentados parecidos al yogur y al queso, así como harinas para productos de panadería y pasta", remarca Ingrid Aguiló, investigadora del IRTA.
Algo que, según Aguiló, "abre nuevas oportunidades en el sector de la industria alimentaria y da mayor valor a los cultivos tradicionales mediterráneos, lo que mejora las expectativas económicas de los productores locales". El proyecto también elaborará una estrategia de comercialización y explotación de estos nueve productos y los reintroducirá en las recetas tradicionales mediterráneas para promover sus beneficios nutricionales.
Para preservar el valor nutricional original de los productos alimenticios finales, el proyecto apuesta por utilizar tecnologías y herramientas de procesamiento de alimentos innovadoras, sostenibles y optimizadas, en comparación con los métodos convencionales. Por ejemplo, utilizará procesos de fermentación incorporando cepas bacterianas con propiedades iniciadoras y probióticas para producir los fermentados lácticos de origen vegetal.
También aplicarán la tecnología de concentración, mediante ultrafiltración de la materia prima y procesado del "queso" de origen vegetal a partir de material concentrado. Por último, aplicarán tecnologías de extrusión, turbococción y termococción para procesar las harinas hechas a partir de pulpa y de frutos secos desengrasados y, así, elaborar productos de panadería y pasta. También utilizarán tecnologías como la de impresión 3D de alimentos y crear estructuras para obtener productos tipo snacks o productos análogos.