Consumidor

El 83% de los consumidores modifica sus hábitos de compra por la inflación

El precio desplaza a la calidad y se convierte en el segundo factor decisivo
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Aunque la cercanía sigue siendo el factor principal a la hora de elegir un establecimiento de compra (53%), el precio ha adelantado a la calidad (48% frente al 46% del año pasado).

Según la encuesta de la Mesa de Participación  Asociaciones de Consumidores (MPAC), que analiza anualmente el comportamiento  de los consumidores, la sociedad española ha cambiado durante 2023 sus costumbres  de compra como consecuencia del contexto económico, consolidando así la tendencia  iniciada hace tres años. De esta manera, y de acuerdo con los resultados obtenidos a  través del estudio realizado, en el que han participado 3.500 familias de las 17  comunidades autónomas y de las 2 ciudades autónomas durante el primer semestre de  2023, el 83% de los encuestados asegura haber modificado sus hábitos de compra para adaptarse a este contexto de inflación, una cifra nueve puntos por encima de los  datos del año pasado. De ellos, un 42% lo hace buscando más ofertas (más del doble en  relación a 2022) y un 8% ha cambiado el tipo de productos que consume, un porcentaje  sensiblemente inferior al 21% que se registró en la anterior encuesta.  

La cercanía, factor más decisivo, aunque el precio es determinante 

Una de las consecuencias de la coyuntura económica en el comportamiento de los  consumidores en 2023 ha sido el hecho de que los encuestados aseguren primar el factor precio frente al factor calidad en la elección de compra, algo que no sucedía en ejercicios  precedentes. De esta manera, y aunque la cercanía sigue siendo el factor principal a la  hora de elegir un establecimiento de compra (53%), el precio ha adelantado a la calidad  (48% frente al 46% del año pasado) y esta última se descuelga muchísimo, con un 38%  frente al 51% de 2022. También cabe destacar que la posibilidad de hacer la compra por  Internet crece 10 puntos porcentuales (del 5% al 15%). En la misma línea, el precio se  impone claramente como el motivo más extendido para elegir uno u otro producto  alimentario y pasa del 24% en 2022 al 38% este año, en detrimento de la calidad que  pasa del 42% al 29%.  

Aunque decrece dos puntos, el supermercado se mantiene como el formato comercial  preferido por las personas consumidoras para realizar sus compras de alimentación y  gran consumo (62%). También baja, y en mayor proporción, la asistencia al hipermercado como lugar preferente de compra, pasando del 18% en 2022 al 12% en 2023. Se mantiene estable la posición de los mercados municipales (6%), aumenta la compra  habitual en los pequeños comercios y tiendas especializadas, y, sobre todo, la elección  de la compra online, que gana 6 puntos y se sitúa en el 7%. 

Cada año la compra online de productos de alimentación gana adeptos y genera más  confianza entre los consumidores. En 2023, de hecho, el 68% de los encuestados la valora  positivamente, aunque, por el momento, solo un 40% indica que la utiliza o utilizará

Por primera vez desde que la MPAC realiza esta encuesta se observa una reducción en  la compra de productos frescos, principalmente pescado, carne, pasta y legumbres, y el  consecuente aumento de la adquisición de producto congelado. Por ejemplo, la carne  congelada pasa del 6% en 2022 al 10% este año y el pescado congelado del 29 al 36%.  En el caso de las pastas y las legumbres destaca el incremento de 10 puntos en la  categoría de ‘Conservas/Otros’. 

Vulnerables por nivel de renta 

De acuerdo con dicho estudio, el 33% de los encuestados afirma sentirse vulnerable  bien porque su nivel de renta es bajo (19%), bien por acusar el impacto de alguna  variable psicosocial (4%), por el desconocimiento de las nuevas tecnologías (6%) o por  su nivel de formación (4%). La vulnerabilidad por renta afecta principalmente a las franjas  de entre los 51 y 65 años y a los de más de 65. Se ratifica el problema del entorno rural, donde es mayor el desconocimiento del concepto y la sensación de vulnerabilidad, del  65% frente al 27% del entorno urbano. Cabe destacar, igualmente, que en términos  generales los hombres se sienten más vulnerables que las mujeres. 

Más compra online e influencia de Internet y las RRSS  

Cada año la compra online de productos de alimentación gana adeptos y genera más  confianza entre los consumidores. En 2023, de hecho, el 68% de los encuestados la valora  positivamente, aunque, por el momento, solo un 40% indica que la utiliza o utilizará. De hecho, los datos reflejan que este año muchos de los consumidores que la veían bien  pero no la usaban indican que ya lo hacen. También es destacable que solo un 12%  desconfía de la compra online, cinco puntos menos que en 2022.  

Por otro lado, la mitad de los encuestados de este año asegura haberse sentido influida  directamente a la hora de comprar o consumir un producto de alimentación y gran  consumo por la información en Internet o redes sociales (el 50% frente al 43% de 2022). Por el contrario, solo una quinta parte, pese a haberlas recibido, ha seguido comprando  igual. 

Evolución en el etiquetado 

El estudio realizado por la MPAC en 2023 confirma la tendencia del año pasado, en la  que el consumidor exige más información sobre los productos que adquiere. Así, la  Encuesta revela que los elementos que más se valoran en el etiquetado son: la fecha de  caducidad (66%); la composición (50%); los precios y las ofertas (35%) y en menor  medida la información nutricional (25%). En este contexto, y a pesar de que esta  información les parece la más relevante, se mantiene el número de usuarios que admiten  consumir productos una vez pasada la fecha de caducidad (66% frente al 67% en 2022).  

Este año se observa un considerable aumento de aquellos que aseguran leer siempre las  etiquetas de los productos de alimentación. Concretamente, 16 puntos porcentuales más  con respecto a 2022 (34%), llegando al 50%. Paralelamente, se reduce el número de los  que dicen leerlas de vez en cuando y crecen hasta el 14% los que confiesan no leerlas  nunca. 

En este contexto y mientras en 2022 los consumidores preferían una innovación  destinada a mejorar la calidad de los productos (25%), este año se inclinan más por  dirigirla hacia la obtención de productos más saludables (24%) a un precio lo más  ajustado posible (19%) y con la mayor calidad (17%)

Se constata, año tras año, que el consumidor es exigente con lo que compra y por eso  demanda más información de la que aparece en el etiquetado. Los encuestados se  muestran a favor de que se haga uso de las nuevas tecnologías y se incluya un código QR que aporte información adicional sobre nutrición (45%), procedencia (36%), conservación del producto (36%) y calidad y certificación de la misma (21%). Cabe destacar igualmente que tres de cada cuatro usuarios entrevistados añadirían en el  etiquetado información sobre si el producto es sostenible (76%). 

A favor de la innovación 

Al igual que el año pasado, más de la mitad de los consumidores encuestados (54%)  valora positivamente la innovación en alimentación y suele probar aquellas innovaciones  que percibe en la gama de productos que habitualmente consume. Sin embargo, un 31%, 3 puntos más que en 2022, afirma no detectarlas y, por otro lado, disminuye la  desconfianza del consumidor en ellas, desde el 19% del año anterior hasta el 15% actual. 

En este contexto y mientras en 2022 los consumidores preferían una innovación  destinada a mejorar la calidad de los productos (25%), este año se inclinan más por  dirigirla hacia la obtención de productos más saludables (24%) a un precio lo más  ajustado posible (19%) y con la mayor calidad (17%). Un 16% opta por la innovación  digital, un gran aumento con respecto al 5% de 2022, y la responsabilidad social y  medioambiental se relega al último lugar (12%). Cabe destacar que también crece  enormemente el porcentaje de consumidores que responden ‘no sabe/no contesta’ (13%  en 2023 frente al 1% de 2022). 

Hábitos más saludables 

De acuerdo con dicho estudio, el consumidor es consciente de la importancia de unos  buenos hábitos de alimentación. Aumenta levemente la población que considera que sus  hábitos son saludables (68% vs 66%) y también aumenta el de la población que lo desconoce (24% vs 22%). Sí se nota un ligero descenso de los que reconocen no tenerlos  (7% vs 12%). Este descenso viene ligado, nuevamente, al incremento de los precios, puesto que el 34% de los encuestados considera que el impacto de la inflación ha hecho  no poder adquirir alimentos que considera saludables.  

En este aspecto, casi nueve de cada diez participantes en este estudio aseguran que los  hábitos de consumo tienen una mayor o menor impacto dependiendo de si son o no  saludables. Igualmente, la mitad de los consumidores (51%) se ha planteado sustituir el  consumo de algunos alimentos de origen animal por otros de origen vegetal.  

Suspenso en alérgenos 

Contra todo pronóstico y a pesar de las campañas informativas, en 2023 resurge entre  los encuestados el mito de que lo libre de alérgenos es más sano. Así, un 17%  contesta que los adquiere por este motivo sin padecer ningún tipo de alergia o  intolerancia frente al 8% que confesaba hacerlo el año pasado. En cualquier caso, sigue  siendo muy mayoritario el porcentaje de encuestados que no los compra (66%),  principalmente porque no son alérgicos (48%). 

Cada vez más “verdes” 

Según los datos recabados en este estudio, el consumidor medio en España apuesta por  un consumo sostenible y respetuoso con el planeta, una actitud que valora también en  las empresas. El 50% de los encuestados valora positivamente este aspecto a la hora de  comprar un alimento. Se mantienen los factores que influyen a la hora de decidir la  compra desde un punto de vista sostenible como, por ejemplo, saber la procedencia del  producto (24%) y cómo se ha producido (18%). También se valoran otros aspectos como  el compromiso con el medio ambiente, que aumenta considerablemente, alcanzando  casi el 26%, diez puntos por encima que en 2022, o que el fabricante sea respetuoso con  el bienestar animal (17%).  

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