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Según la encuesta de la Mesa de Participación Asociaciones de Consumidores (MPAC), que analiza anualmente el comportamiento de los consumidores, la sociedad española ha cambiado durante 2023 sus costumbres de compra como consecuencia del contexto económico, consolidando así la tendencia iniciada hace tres años. De esta manera, y de acuerdo con los resultados obtenidos a través del estudio realizado, en el que han participado 3.500 familias de las 17 comunidades autónomas y de las 2 ciudades autónomas durante el primer semestre de 2023, el 83% de los encuestados asegura haber modificado sus hábitos de compra para adaptarse a este contexto de inflación, una cifra nueve puntos por encima de los datos del año pasado. De ellos, un 42% lo hace buscando más ofertas (más del doble en relación a 2022) y un 8% ha cambiado el tipo de productos que consume, un porcentaje sensiblemente inferior al 21% que se registró en la anterior encuesta.
Una de las consecuencias de la coyuntura económica en el comportamiento de los consumidores en 2023 ha sido el hecho de que los encuestados aseguren primar el factor precio frente al factor calidad en la elección de compra, algo que no sucedía en ejercicios precedentes. De esta manera, y aunque la cercanía sigue siendo el factor principal a la hora de elegir un establecimiento de compra (53%), el precio ha adelantado a la calidad (48% frente al 46% del año pasado) y esta última se descuelga muchísimo, con un 38% frente al 51% de 2022. También cabe destacar que la posibilidad de hacer la compra por Internet crece 10 puntos porcentuales (del 5% al 15%). En la misma línea, el precio se impone claramente como el motivo más extendido para elegir uno u otro producto alimentario y pasa del 24% en 2022 al 38% este año, en detrimento de la calidad que pasa del 42% al 29%.
Aunque decrece dos puntos, el supermercado se mantiene como el formato comercial preferido por las personas consumidoras para realizar sus compras de alimentación y gran consumo (62%). También baja, y en mayor proporción, la asistencia al hipermercado como lugar preferente de compra, pasando del 18% en 2022 al 12% en 2023. Se mantiene estable la posición de los mercados municipales (6%), aumenta la compra habitual en los pequeños comercios y tiendas especializadas, y, sobre todo, la elección de la compra online, que gana 6 puntos y se sitúa en el 7%.
Cada año la compra online de productos de alimentación gana adeptos y genera más confianza entre los consumidores. En 2023, de hecho, el 68% de los encuestados la valora positivamente, aunque, por el momento, solo un 40% indica que la utiliza o utilizará
Por primera vez desde que la MPAC realiza esta encuesta se observa una reducción en la compra de productos frescos, principalmente pescado, carne, pasta y legumbres, y el consecuente aumento de la adquisición de producto congelado. Por ejemplo, la carne congelada pasa del 6% en 2022 al 10% este año y el pescado congelado del 29 al 36%. En el caso de las pastas y las legumbres destaca el incremento de 10 puntos en la categoría de ‘Conservas/Otros’.
De acuerdo con dicho estudio, el 33% de los encuestados afirma sentirse vulnerable bien porque su nivel de renta es bajo (19%), bien por acusar el impacto de alguna variable psicosocial (4%), por el desconocimiento de las nuevas tecnologías (6%) o por su nivel de formación (4%). La vulnerabilidad por renta afecta principalmente a las franjas de entre los 51 y 65 años y a los de más de 65. Se ratifica el problema del entorno rural, donde es mayor el desconocimiento del concepto y la sensación de vulnerabilidad, del 65% frente al 27% del entorno urbano. Cabe destacar, igualmente, que en términos generales los hombres se sienten más vulnerables que las mujeres.
Cada año la compra online de productos de alimentación gana adeptos y genera más confianza entre los consumidores. En 2023, de hecho, el 68% de los encuestados la valora positivamente, aunque, por el momento, solo un 40% indica que la utiliza o utilizará. De hecho, los datos reflejan que este año muchos de los consumidores que la veían bien pero no la usaban indican que ya lo hacen. También es destacable que solo un 12% desconfía de la compra online, cinco puntos menos que en 2022.
Por otro lado, la mitad de los encuestados de este año asegura haberse sentido influida directamente a la hora de comprar o consumir un producto de alimentación y gran consumo por la información en Internet o redes sociales (el 50% frente al 43% de 2022). Por el contrario, solo una quinta parte, pese a haberlas recibido, ha seguido comprando igual.
El estudio realizado por la MPAC en 2023 confirma la tendencia del año pasado, en la que el consumidor exige más información sobre los productos que adquiere. Así, la Encuesta revela que los elementos que más se valoran en el etiquetado son: la fecha de caducidad (66%); la composición (50%); los precios y las ofertas (35%) y en menor medida la información nutricional (25%). En este contexto, y a pesar de que esta información les parece la más relevante, se mantiene el número de usuarios que admiten consumir productos una vez pasada la fecha de caducidad (66% frente al 67% en 2022).
Este año se observa un considerable aumento de aquellos que aseguran leer siempre las etiquetas de los productos de alimentación. Concretamente, 16 puntos porcentuales más con respecto a 2022 (34%), llegando al 50%. Paralelamente, se reduce el número de los que dicen leerlas de vez en cuando y crecen hasta el 14% los que confiesan no leerlas nunca.
En este contexto y mientras en 2022 los consumidores preferían una innovación destinada a mejorar la calidad de los productos (25%), este año se inclinan más por dirigirla hacia la obtención de productos más saludables (24%) a un precio lo más ajustado posible (19%) y con la mayor calidad (17%)
Se constata, año tras año, que el consumidor es exigente con lo que compra y por eso demanda más información de la que aparece en el etiquetado. Los encuestados se muestran a favor de que se haga uso de las nuevas tecnologías y se incluya un código QR que aporte información adicional sobre nutrición (45%), procedencia (36%), conservación del producto (36%) y calidad y certificación de la misma (21%). Cabe destacar igualmente que tres de cada cuatro usuarios entrevistados añadirían en el etiquetado información sobre si el producto es sostenible (76%).
Al igual que el año pasado, más de la mitad de los consumidores encuestados (54%) valora positivamente la innovación en alimentación y suele probar aquellas innovaciones que percibe en la gama de productos que habitualmente consume. Sin embargo, un 31%, 3 puntos más que en 2022, afirma no detectarlas y, por otro lado, disminuye la desconfianza del consumidor en ellas, desde el 19% del año anterior hasta el 15% actual.
En este contexto y mientras en 2022 los consumidores preferían una innovación destinada a mejorar la calidad de los productos (25%), este año se inclinan más por dirigirla hacia la obtención de productos más saludables (24%) a un precio lo más ajustado posible (19%) y con la mayor calidad (17%). Un 16% opta por la innovación digital, un gran aumento con respecto al 5% de 2022, y la responsabilidad social y medioambiental se relega al último lugar (12%). Cabe destacar que también crece enormemente el porcentaje de consumidores que responden ‘no sabe/no contesta’ (13% en 2023 frente al 1% de 2022).
De acuerdo con dicho estudio, el consumidor es consciente de la importancia de unos buenos hábitos de alimentación. Aumenta levemente la población que considera que sus hábitos son saludables (68% vs 66%) y también aumenta el de la población que lo desconoce (24% vs 22%). Sí se nota un ligero descenso de los que reconocen no tenerlos (7% vs 12%). Este descenso viene ligado, nuevamente, al incremento de los precios, puesto que el 34% de los encuestados considera que el impacto de la inflación ha hecho no poder adquirir alimentos que considera saludables.
En este aspecto, casi nueve de cada diez participantes en este estudio aseguran que los hábitos de consumo tienen una mayor o menor impacto dependiendo de si son o no saludables. Igualmente, la mitad de los consumidores (51%) se ha planteado sustituir el consumo de algunos alimentos de origen animal por otros de origen vegetal.
Contra todo pronóstico y a pesar de las campañas informativas, en 2023 resurge entre los encuestados el mito de que lo libre de alérgenos es más sano. Así, un 17% contesta que los adquiere por este motivo sin padecer ningún tipo de alergia o intolerancia frente al 8% que confesaba hacerlo el año pasado. En cualquier caso, sigue siendo muy mayoritario el porcentaje de encuestados que no los compra (66%), principalmente porque no son alérgicos (48%).
Según los datos recabados en este estudio, el consumidor medio en España apuesta por un consumo sostenible y respetuoso con el planeta, una actitud que valora también en las empresas. El 50% de los encuestados valora positivamente este aspecto a la hora de comprar un alimento. Se mantienen los factores que influyen a la hora de decidir la compra desde un punto de vista sostenible como, por ejemplo, saber la procedencia del producto (24%) y cómo se ha producido (18%). También se valoran otros aspectos como el compromiso con el medio ambiente, que aumenta considerablemente, alcanzando casi el 26%, diez puntos por encima que en 2022, o que el fabricante sea respetuoso con el bienestar animal (17%).