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El marketing de influencers ha alcanzado un punto de inflexión. Ya no se trata de una táctica experimental o exclusiva de marcas pioneras, sino de una pieza clave en el ecosistema del marketing, especialmente en Europa. Este 2025 promete ser un año donde no solo se consolidarán las tendencias que ya hemos observado, sino que emergerán nuevas oportunidades que, si las abordamos correctamente, marcarán el futuro de este sector.
Lo que más me entusiasma es la creciente profesionalización del mercado. Cada vez más marcas entienden que trabajar con influencers no consiste en contratar al perfil con más seguidores, sino en construir colaboraciones estratégicas que aporten valor tanto al consumidor como a la marca. España, a pesar de contar con presupuestos más ajustados que otros países europeos, lidera en creatividad y capacidad de adaptación. Según el reciente estudio que preparamos desde Kolsquare, el 39% de las marcas españolas apuestan por trabajar con nuevos talentos, un claro indicador de cómo este mercado utiliza la innovación para compensar sus limitaciones.
“Cada vez más marcas entienden que trabajar con influencers no consiste en contratar al perfil con más seguidores, sino en construir colaboraciones estratégicas que aporten valor”
Para los CEOs y directores del sector consumo, el marketing de influencers representa especialmente una oportunidad única para conectar de manera auténtica con los consumidores. La capacidad de los influencers para generar contenido relevante y atractivo puede impulsar significativamente el reconocimiento de marca y la intención de compra. En 2025, las empresas que integren de manera efectiva el marketing de influencers en sus estrategias de consumo estarán mejor posicionadas para liderar el mercado y responder a las demandas cambiantes de los consumidores.
“El camino hacia la madurez del mercado está claro. Ahora toca decidir cómo lo recorremos”
Sin embargo, no todo es perfecto. Uno de los grandes retos que persisten es la medición del impacto. No puedo evitar preguntarme si seguimos utilizando métricas que ya no reflejan el valor real de las campañas. Alcance, likes y tasas de participación tienen su lugar, pero no deberíamos limitarnos a ellos. El ROI sigue siendo el gran dilema, especialmente en mercados como España e Italia, donde la falta de herramientas y metodologías claras dificulta justificar la inversión. A pesar de ello, veo una oportunidad para que las marcas vayan más allá de los números tradicionales y se atrevan a medir aspectos como la fidelidad, la percepción de marca y la construcción de comunidad.
Otro punto que merece atención es el peso creciente de la ética en las campañas. En un entorno donde la autenticidad y la transparencia son imprescindibles, las marcas que no alineen sus valores con los de los influencers corren el riesgo de quedarse atrás. Me parece fascinante cómo países como Italia (con varios escándalos con creadores de contenido a sus espaldas) y Francia (pionero con una ley específica para este mercado) han adoptado estándares éticos más estrictos, incluyendo cláusulas en los contratos que garantizan un comportamiento responsable. En España, este enfoque todavía está en desarrollo, pero confío en que veremos un cambio importante en los próximos años.
“Instagram sigue liderando, pero no podemos ignorar el papel cada vez más relevante de TikTok y YouTube”
En cuanto a plataformas, Instagram sigue liderando, pero no podemos ignorar el papel cada vez más relevante de TikTok y YouTube. Las marcas que sepan adaptar sus campañas a estos espacios encontrarán nuevas formas de conectar con sus audiencias. Aquí creo que la clave está en no tratar todas las plataformas por igual: cada red tiene su propio lenguaje y dinámica, y las campañas que triunfan son las que logran hablar ese idioma.
Por último, quiero destacar el futuro. El marketing de influencers no solo es una herramienta eficaz, sino una oportunidad para liderar conversaciones importantes. Desde el cambio climático hasta la inclusión, las marcas tienen el poder de usar estas colaboraciones para generar un impacto positivo. Si algo me queda claro, es que el 2025 será un año para consolidar estrategias, medir con precisión y, sobre todo, apostar por una influencia más responsable.
El camino hacia la madurez del mercado está claro. Ahora toca decidir cómo lo recorremos.