Revista
La inflación está en la mente de los consumidores desde hace meses. Según el “Global State of the Consumer Tracker” elaborado por Deloitte, el 86% de los españoles reconoce estar altamente preocupado por la inflación. Ante el aumento de los precios, los consumidores están modificando sus hábitos de consumo. Bajo este contexto, la sensibilidad al precio es muy alta, y los retailers están buscando maneras de incentivar el consumo.
“Bajo este contexto, la sensibilidad al precio es muy alta, y los retailers están buscando maneras de incentivar el consumo”
Mientras la preocupación por la pérdida de poder adquisitivo gana terreno en la mente de los españoles, las enseñas tienen algunas armas y tácticas antiinflacionistas a su disposición para atraer a los consumidores a sus tiendas físicas con el fin de mantener la demanda actual.
Con la subida de las materias primas y los consiguientes costes, una técnica de venta que está dando de que hablar es la Shrinkflation o reduflación. Se trata de una técnica legal que permite tanto a los retailers como a fabricantes reducir la cantidad de producto manteniendo su embalaje original y su precio.
Es decir, cajas de galletas con menos galletas, porciones de queso de menor gramaje,... El cambio es tan sutil que a veces pasa desapercibido por parte del consumidor. Una técnica que tiene el objetivo de seguir siendo competitivo en tiempos de inflación.
La cheapflation es el fenómeno por el cual ciertos productos o alimentos se sustituyen por otros más baratos (ya sean productos alimentarios o no alimentarios). Un cambio de estrategia donde se sacrifica parte del margen en favor de un incremento en la rotación de determinados productos. Con este tipo de técnicas, el gran consumo consigue aumentar la oferta de productos en la categoría y permite a los clientes consumir sus productos favoritos a pesar del incremento de precios.
Ante una coyuntura en la que existe una gran sensibilidad al precio y donde el poder adquisitivo de los españoles se encuentra comprometido, la promoción se convierte en una “arma” extremadamente eficaz. Si durante la pandemia vimos cómo el consumidor cambiaba sus hábitos de consumo y utilizaba el canal digital para realizar sus compras, ante este nuevo contexto se nos presenta a un consumidor que posiblemente dejará de ser fiel a enseñas y marcas en favor de obtener un precio más competitivo en sus compras.
“Con la subida de las materias primas y los consiguientes costes, una técnica de venta que está dando de que hablar es la Shrinkflation o reduflación”
Así, las promociones hoy en día actúan como gancho y catalizador del consumo por su impacto directo en el tiquet de compra. Esto quiere decir que los consumidores querrán obtener estos ahorros directos en cada compra realizada sin tener que enviar el comprobante de compra u otras pruebas para beneficiarse de estos descuentos.
Las promociones también serán más digitales. El estilo de vida y los hábitos de consumo han cambiado en los dos últimos años, impulsados por los confinamientos y las medidas sanitarias. Los consumidores de hoy son cada vez más digitales. Esta es una gran ventaja y al mismo tiempo una oportunidad para el retail que ahora puede lanzar promociones más personalizadas en función del tipo de consumidor y los hábitos de consumo.
Es evidente que las ofertas promocionales motivan a los consumidores a ir a la tienda. De hecho, el año pasado fue un año muy promocional donde los retailers tuvieron que hacer que la gente quisiera volver a ir a las tiendas físicas. Si analizamos los datos de ofertas de Tiendeo durante este primer trimestre del año en relación al mismo periodo del año anterior, vemos que las ofertas de los retailers se han multiplicado casi por 2,5. Para los supermercados, es una forma de despertar el interés de los consumidores cada semana, incentivando que acudan a su punto de venta y no al de otra enseña.
También existe la táctica de aplicar una promoción sobre productos “gancho” (como por ejemplo el aceite de girasol), ajustando sus precios y colocándolos a la entrada de los establecimientos o en la portada de sus folletos. Sirven para llamar la atención del consumidor y atraerlo al punto de venta con el fin de que además de comprar este producto, también adquiera otros productos.
En caso de inflación, las marcas propias, las de los retailers, son las que tienden a incrementar su demanda. Así, ante un aumento de precios, los consumidores acostumbran a realizar menos compras y optar por aquellos productos que ofreciendo una calidad y características similares, tengan un precio sensiblemente inferior.
“Las ofertas promocionales motivan a los consumidores a ir a la tienda”
En los últimos 20 años, hemos experimentado períodos de inflación con mayor o menor inflación, donde las marcas propias han salido generalmente ganando, porque representan un refugio seguro a los ojos del consumidor. Si bien, estas últimas semanas estamos viendo como las marcas blancas al igual que las grandes marcas están también subiendo precios.