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En los últimos cinco años, Nestlé España ha invertido más de 56 millones de euros en proyectos de sostenibilidad ambiental en sus fábricas españolas. Las partidas más destacadas se han destinado a implementar equipamientos punteros y tecnología de última generación en sus centros de producción para reducir el impacto de su actividad y fomentar la economía circular, así como la reducción de emisiones, en línea con el compromiso de la Compañía de alcanzar las cero emisiones netas en 2050.
Cabe destacar que, en un entorno sin precedentes, marcado por la pandemia, la inflación, la crisis energética y de suministros, la compañía ha mantenido su esfuerzo inversor para frenar el cambio climático. De hecho, cerca del 23% del total de inversiones realizadas en el conjunto de sus fábricas en este periodo se destinaron a reducir el impacto medioambiental.
Entre los más de 70 proyectos implementados, destacan proyectos pioneros como la caldera de biomasa instalada en el centro de producción ubicado en Girona que convierte los posos del café en energía. Aprovechando y revalorizando el subproducto, la fábrica, que elabora el café soluble Nescafé y las bebidas en cápsulas monodosis de Nescafé Dolce Gusto, ha conseguido reducir el consumo de gas natural en un 25% al año.
“En Nestlé, estamos apostando por la economía circular en su concepto más amplio. Somos conscientes de que no basta con reducir el impacto de nuestra actividad. Hemos de contribuir, en positivo, a una nueva manera de alimentarnos que sea saludable para las personas y para el planeta. Por eso, el objetivo es que nuestras fábricas contribuyan a ese círculo virtuoso en el que los materiales resultantes, los subproductos o la energía sobrante se puedan volver a utilizar de nuevo en otros procesos. Queremos ser parte de la solución”, explica Jordi Aycart, responsable de Sostenibilidad de Nestlé España.
Un ejemplo son los parques solares fotovoltaicos para autoconsumo que se han instalado en sus centros de producción ubicados en Reus (Tarragona) y en Miajadas (Cáceres) o la caldera de biomasa ubicada en la fábrica de La Penilla de Cayón (Cantabria)
Entre otros proyectos de eficiencia energética implementados destaca el sistema de refrigeración de la planta embotelladora de Viladrau, en Girona. A través de un circuito de enfriamiento, la planta es capaz de utilizar las bajas temperaturas y la humedad de su privilegiada ubicación como refrigerante natural reduciendo en un 15% el consumo energético. La bomba de calor como la instalada en la planta cántabra es otro ejemplo. En este caso, la energía residual procedente de la planta de producción de frío se reutiliza para calentar el agua que se usa tanto en los procesos productivos como en la climatización de la factoría.
Además de las inversiones directas, la Compañía ha puesto en marcha otras iniciativas en su camino a la descarbonización a través de acuerdos de colaboración con su red de proveedores. Un ejemplo son los parques solares fotovoltaicos para autoconsumo que se han instalado en sus centros de producción ubicados en Reus (Tarragona) y en Miajadas (Cáceres) o la caldera de biomasa ubicada en la fábrica de La Penilla de Cayón (Cantabria). En este caso, la cascarilla de cacao resultante del proceso de torrefacción de la materia prima se utiliza como biocombustible en una caldera de biomasa, dando cumplimiento a los compromisos de circularidad energética. En concreto, la cascarilla se emplea para generar el vapor que se utilizará después en los procesos de tostado del cacao permitiendo a la fábrica reducir más de 2.000 toneladas de emisiones de dióxido de carbono al año.
Jordi Aycart: "En Nestlé, estamos apostando por la economía circular en su concepto más amplio. Somos conscientes de que no basta con reducir el impacto de nuestra actividad"
Por otro lado, y junto a sus proveedores logísticos, la compañía ha iniciado un proyecto piloto con el que apuesta por combustibles renovables, producidos a partir de aceites vegetales usados, para varios camiones. En esta línea, también cuenta con un nuevo tráiler 100% eléctrico que, junto a otros más sostenibles y eficientes, ha permitido reducir más de 3.000 toneladas las emisiones de dióxido de carbono desde el inicio de su uso.