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En el año 2019, CTAQUA recibió de Apromar el encargo de poner en marcha un análisis sobre la presencia de contaminación por residuos plásticos en los peces procedentes de la acuicultura española. Los análisis se llevaron a cabo en 15 lotes, cada uno de ellos compuesto por 10 individuos (150 peces en total) de las tres especies protagonistas del estudio, dorada, lubina y rodaballo, así como en el pienso y en las aguas donde se criaron estos ejemplares. Una vez fileteados los 150 pescados de la muestra, de la misma forma que se filetean para el consumo humano, fue procesada y se procedió a su análisis. La labor de los científicos ha permitido establecer que “no se han observado partículas microplásticas en ninguna de las 150 muestras de pescado analizadas en este estudio”.
En palabras de director gerente de CTAQUA, Juan Manuel García de Lomas: “Los piensos utilizados para la alimentación de los animales de acuicultura pueden presentar trazas de estas sustancias ya que se fabrican a partir de materias primas naturales, razón por la que en el estómago y en las tripas de los pescados pueden encontrarse, aunque en cantidades mínimamente detectables. Pero estas partes del pescado son siempre desechadas, ya que se consumen eviscerados, por lo que no hay riesgo alguno de que lleguen al consumidor los microplásticos por esta vía, puesto que lo que se come es el músculo y la piel, y ahí no ha habido ningún positivo”.
El estudio abarcó también el estudio de las aguas donde se encuentran las instalaciones de acuicultura. Como el resto de los enclaves repartidos por el medio natural, estos emplazamientos mostraron presencia de microplásticos. Sin embargo, estas trazas, aunque inferiores a otras mediciones realizadas en otros ámbitos del sector primario, no llegaron a contaminar las partes comestibles de los pescados analizados. Esto confirmó que la presencia de microplásticos en las aguas donde se crían los peces no supone un vector de llegada de estos materiales al consumidor.
La conclusión es que la Acuicultura de España, gracias a su riguroso proceso de producción, fruto de su integración en el marco normativo de la Unión Europea, uno de los más exigentes del mundo, es uno de los sistemas más seguros y sostenibles de criar alimentos saludables y de calidad.